Andrade Bórquez, Manuel Jesús (1886-1953)
Nació
el 21 de junio en la calle O’Higgins, en Chonchi. Después de trabajar en la Sociedad Maderera Austral en Queilen junto
a su hermano Remigio, decide aventurarse como arriero y cruza la cordillera hacia Argentina donde se radica. Al tiempo retorna
a Chillán y finalmente se va a Santiago donde obtiene el título de Farmacéutico y abre su propia farmacia, “La Inglesa”.
Se casa en 1913 con doña Blanca Estela Salgado, con quien tiene 3 hijas. Enviuda muy joven. Cuentan que la nostalgia por la
difunta sería impulsora de su obra. En 1945, a los 59 años, contrae nuevamente matrimonio con doña Laura Estela Castaños.
En este momento nace la relación y amistad con su padrino de matrimonio: Porfirio Díaz Parra, quien colocará música a algunas
de sus creaciones entre ellas, a nuestro “Himno de Chiloé” y al “Viejo lobo chilote”. En la capital
se transforma en el “cónsul” de los chilotes. Fue, además, “comandante de las Milicias de la República”,
scout y bombero. El Liceo de Chonchi lleva su nombre.
Bahamonde Bahamonde, José Purísimo Concepción [Canahue] (1924-)
Canahue,
como lo llaman sus vecinos y como se le conoce en el ámbito musical, nació en San Juan, Dalcahue, el 24 de diciembre de 1924.
Hizo solo 2 años en la escuela de Dallico, la escuela más próxima, distante 6 kilómetros de su casa. Hace 40 años que se dedica
a tocar la guitarra y a cantar y, por lo mismo, a recorrer su comarca, como uno de los más preciados animadores de fiestas
campesinas. En compañía de su esposa Pity [María Florentina Saldivia] transforma esta actividad en un oficio, tan importante
como la agricultura o el manejo de su molino. En 1979 queda viudo y con 3 hijos. Al año siguiente se casa con María Teolinda
Bahamonde, quien continuará apoyando la labor festiva de Canahue quien, de cantor de fiestas se transforma en “folklorista”,
a partir de 1980 con su participación en el “Primer Encuentro de Cantores Campesinos en Chiloé”. Desde entonces,
sale permanentemente de su pueblo a festivales en el Archipiélago y fuera de él. Famoso por sus cuecas, por el chocolate,
por la pericona y por el estilo que le impone al canto y al toquío percutivo de su guitarra.
En la
década del sesenta, Héctor Pavez, y posteriormente por Hiranio Chávez, director del grupo “Chamal”, conocen a
Canahue a quienes les comparte sus saberes. Desde entonces son muchos los folkloristas que han tenido a este músico como su
maestro y, a su vez, una valiosa fuente de información.
En las
últimas décadas ha integrado el “Conjunto Folklórico de Calen”, donde ha residido gran parte de su vida; lo integra
junto a Armando Bahamonde, Ruperta Vásquez, Eliacer Saldivia [don Pocho], Bernabé Cárdenas y otros.
Bahamonde Bahamonde, José Daniel [Coché Molina] (1906- +1992)
Don Coché
Molina, conocido así por su participación constante en las actividades molineras:- “¡Allá va Coché y sus moliendas!”,
gritaban sus compañeros. Esto ocurría en Dallico [Dalcahue], lugar donde nació, el 25 de agosto de 1906. Hizo hasta cuarta
preparatoria y luego emigró a Puerto Natales. Allá fue peón, obrero, jornalero y participó de las faenas de esquila como vellonero.
De retorno a su tierra contrajo matrimonio con Sara Ulloa, naciendo de la pareja sus hijos Florinda, Otilia, Margarita y Silvino.
Doña Sara será la acompañante de este cantor, buscado por sus vecinos en la comuna para animar sus fiestas familiares, laborales
y religiosas. De su guitarra y voz surgen chocolates y otras músicas de antaño pero, por sobre todo, cuecas. En Dallico-Puchaurán,
su zona, se desarrolla un tipo de cueca con aires andaluces.
Al igual
que Canahue y Jerónimo Barría, sus vecinos, a partir de los años ochenta, don Coché comienza a incursionar en encuentros y
festivales folklóricos que se realizan en Castro, Ancud y las cabeceras comunales, en especial en verano. Este escenario luego
se translada a otras regiones y a la capital. Don Coché, por su expresión, su estilo, se transforma en el patriarca de los
músicos campesinos de Chiloé. En los últimos años lo acompaña con guitarra su nieto Arcadio, receptor de gran parte de esta
sabiduría musical. Murió el 13 de enero de 1992, un año después de doña Sara, su mujer. Esta vieja generación de músicos campesinos,
al insertarse a los medios modernos de comunicación, han traspasado su herencia, no sólo a su comunidad inmediata, sino que
también al mundo.
La escuela
de Puchaurán y la Peña Folklórica de Castro, llevan su nombre.
Barría Ulloa, Gerónimo (20 mayo 1919)
Nació
en San Juan [Dalcahue]. Tuvo la misma profesora -Fidelia Tangol- que don Coché Molina. Esta maestra fue importante para ellos
en la apreciación del canto y de la música.
Cuando
joven emigró a Osorno, Valdivia y hacia la Patagonia argentina [Río Gallegos y Comodoro Rivadavia]. En esos pagos fue jornalero,
esquilador, peón y temporero. Pero retorna al oficio ancestral chilote: campesino. El 18 de marzo de 1939 contrae matrimonio
con doña Dolores Barría Barrientos, y se instala en Puchaurán donde van naciendo sus hijos Orfelia, Juan Bautista, Manuel
Cristino y Vignolia del Carmen. Motivados por el “Encuentro de Cantores Campesinos” de 1980, forman un conjunto
familiar. Don Gerónimo vuelve a tocar su violín y la guitarra que antaño animaron las fiestas de su sector. Juan, acompaña
con acordeón y, además, comienza a fabricar violines. Las chicas cantan y bailan. Desempolvan la “malaeña”, de
marcado acento castizo. Sus cuecas están impregnadas de un estilo local, de interior; son más lentas, menos bulliciosas y
enérgicas, respecto a las costeñas.
Bórquez Guzmán, Liborio (Cuncuna)
Nació
en Pucatué próximo a Pindaco. Sus padres Antonio y Micaela eran campesinos. Desde joven fue viajero a la Patagonia: a Aisén,
a las distancias magallánicas y a las pampas argentinas. Era amansador de potros, de cientos de chúcaros potros hasta que
uno lo tiró de la cabalgadura arrastrando desde entonces, una cojera. Aquí en la Isla fue músico, de “cuncuna”
o “verdulera” como le llamaban al acordeón a botones. Generoso, alegre, pícaro y espontáneo. Recorrió animando
fiestas: Pindaco, Vilupulli, Huillinco, Alcaldeo de Rauco, Los Petanes, Cucao, etc. Él era la música de la fiesta.
La huillincana
La huillincana,
de su autoría, es la cueca más conocida de Chiloé
Cárdenas Paredes, Amador Humberto (29 de julio de 1931)
Nació
en Linlín. Estudió en la Escuela Superior de hombres de Achao, en el Liceo Nocturno de Concepción y en el Liceo Galvarino
Riveros de Castro. Aprendió guitarra mirando como lo hacían otros ejecutores, especialmente su tío Manuel Vera de Putique.
Amador
representa en el folklore musical chilote uno de sus mayores exponentes y difusores. En su trayectoria ha buscado diversas
fórmulas para la animación en escenario que van desde el montaje de teatro costumbrista, el humor y el canto “enérgico”
[animado, eufórico]. Su trabajo se ha expresado fundamentalmente en la recopilación, la enseñanza y la formación de conjuntos.
Su experiencia
ha significado un aporte al conocimiento de la musica de Chiloé, sirviendo de apoyo y orientación a quienes desarrollan este
quehacer. Su trabajo, además, ha ido incorporando nuevos instrumentos para nuestra cultura insular, tales como la charrasca
[de otras zonas], la flauta de sauco [extinguida], la alita[ sin uso musical anterior] y la matraquilla [de las diabladas
del Norte Grande].
La proyección
hecha por Amador y otros exponentes ha servido, además, para dignificar y resaltar las expresiones musicales campesinas de
Chiloé. El cultor nativo ha valorado su recuerdo y ha vuelto a ejecutar sus instrumentos, estimulado por estos animadores.
Desde
Achao, ya en 1958, comienza la investigación sobre la música y la danza chilota “para rescatar los valores de la cultura
musical mestiza-campesina”. En esos años observa la presentación, en Achao, del conjunto “Millaray”, dirigido
por Gabriela Pizarro y donde también venía Héctor Pavez. Por primera vez advierte el sentido de espectáculo que la música
y la danza pueden tener. Como todos los músicos chilotes Amador tocaba y cantaba para hacer bailar. A partir de entonces recreará
el canto y la danza chilota desde un escenario y su magisterio será enseñar, especialmente a los jóvenes. Ya en 1960 lo hará
en la Escuela de Niñas de Achao. En 1965 forma el conjunto de Llingua, en una acción impulsada por INDAP, donde trabajaba.
Entre 1967 y 1969 continúa formando grupos folklóricos con profesores de su ciudad [“Quegnún”] y estudiantes del
Liceo Ramón Freire. También lo hace posteriormente con escolares y centros juveniles de Caguach [“Los Cesarinos”],
Quenac [“Caleuche”], Huyar Alto, de Curaco y últimamente en Quellón, donde reside desde 1980.
El 26
de mayo de 1976 forma el conjunto “Achao” del Magisterio de Quinchao que ha tenido una gran experiencia en la
proyección de la música y la danza folklórica de Chiloé, recorriendo escenarios desde Arica a Magallanes y la Patagonia Argentina.
Tienen un disco LP.
Su traslado
a Quellón significó también un cambio familiar y un nuevo espacio cultural. Funda el grupo “Llauquil”. Aquí se
desarrolla una cultura étnica, con otros recuerdos, otros sonidos y un mestizaje diferente. Funda el museo de Quellón.
Labora
en la escuela básica, forma talleres de guitarra, impulsa el trabajo de proyección a través de conjuntos y cultiva, con mayor
intensidad, la creación de canciones y la presentación individual, o con sus hijos, en escenarios y televisión.
Incursiona
en la política local como concejal y alcalde de la comuna. Tiene nueve hijos, de dos matrimonios: siete hombres y dos mujeres.
Todos son músicos.
POEMA DE NANO ACEVEDO DEDICADO A SU MEMORIA
ADIÓS, ALFARERO DE LA LIBERTAD.
El vino a cantar, a plagar las horas de sonidos de aves y murmullos de ríos; a rescatar
vino, las tradiciones de su isla de Chiloé; a descubrir vino, los cantos, las danzas, la artesanía de las palabras y fue un
alfarero de la libertad.
Su casa mantuvo las puertas abiertas, y una madrugada atravesamos las aguas de esos canales
para –guitarra en ristre- ir a cantar al otro lado, a esos ensayos dónde los descendientes de Huilliches llegaban en
frágiles embarcaciones. Su trabajo era un apostolado- “ que nos vamos, que llegamos, mi alma”- y junto con la
figura menuda de Amador Cárdenas, su voz única, su cabeza en constante movimiento, no puedo sino pensar en otros fallecidos
luminosos de la “ misma madera ”.
Se ha ido nuestro capitán de los cantares chilotes, el hijo de José David y Anacelia, nacido
en la Isla de Lin Lin en Achao; se ha ido el mago de la versaína, el oficiante del rito, pero no se apaga la danza que encendió
con alegría y gracia, desde que niño maravillado vio al “ Millaray ” de Gabriela Pizarro y Héctor Pavéz, bailar
en mitad del patio mientras la lluvia se dibujaba en los altos árboles. Fue un torbellino creativo, alzó casas, grupos de
teatro, conjuntos folklóricos; organizador de centros artesanales, comunidades campesinas y cooperativas agrícolas. Cantor,
maestro, bailarín, recopilador, fundó innumerable grupos hasta su “ Llauquil ” , vital, auténtico, emotivo.
Mientras otros se empeñan en vano, en rasguñar estrellas, el las cultivaba para nosotros.
Mientras se adultera el arte en las enormes vasijas de la superficialidad y el oportunismo, él trabajaba ajeno a estímulos
transitorios.
Amador Cárdenas , el amansador de vientos, el veterano tripulante, nuestro capitán ha muerto,
pero no se engañen, cuando lloramos su partida, él , sonriendo, entreabre una puerta en otra dimensión con su alma enamorada.
Nano Acevedo
Los Guindos, Diciembre 2003.

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